Testimonios Trabajos de Invierno 205

Te invitamos a leer los testimonios de nuestros estudiantes de II° Medio que participaron en los Trabajos de Invierno 2025. Sus palabras reflejan el impacto profundo de esta experiencia de servicio, encuentro y aprendizaje.
Una oportunidad para mirar la realidad con otros ojos y dejarse tocar por el corazón de una comunidad que inspira.
Bastián Sánchez Ramírez, II° Medio A
Primero, quiero agradecer profundamente al colegio, a quienes hicieron posible estos Trabajos de Invierno, a los asesores que acompañaron a cada cuadrilla y, en especial, a mi grupo: a las ocho personas con quienes compartí día a día y con quienes formamos una verdadera comunidad. Aunque todos conocíamos al asesor Urra, llegamos a una cercanía tan grande que en algunos momentos le decíamos, con cariño, “Papá Urra”.
También quiero agradecer a la gran Tía Paty y a todas las personas de la población que nos recibieron con tanto cariño, que cada día nos entregaban lo necesario y, sobre todo, su gratitud. Porque, aunque para nosotros podía parecer un gesto sencillo, para ellos significaba mucho: que los niños del sector pudieran ir al colegio sin ensuciar sus zapatillas era algo realmente importante. Eso es algo que de verdad importa.
Para mí, Trabajos de Invierno fue una experiencia inolvidable. Nos permitió conocer una realidad muy distinta a la que vivimos la mayoría —o quizás todos— los estudiantes del Colegio San Ignacio. Es la realidad de muchas familias en Chile que no cuentan con un hogar digno donde desarrollar su vida. Una realidad que muchos creen conocer, pero que solo se comprende realmente al estar ahí, compartir, observar y escuchar. Son personas que, con esfuerzo diario, intentan construir un mejor futuro para sus hijos, donde puedan vivir con más tranquilidad y acceder a una educación que, para nosotros, suele parecer algo tan cotidiano.
Y aunque la labor que hicimos parecía “fácil”, fue un trabajo constante, compartido, que nos llenaba de energía. Cada gesto de alegría de las personas al ver el camino de cemento avanzando era motivo suficiente para seguir adelante con entusiasmo.
Un compañero me dijo algo que resume muy bien esta vivencia: “Yo volvería a hacer Trabajos de Invierno, porque es algo que le sirve a otros y que te llena el alma.” Y tiene razón. Esta experiencia te transforma.
En lo personal, viví algo muy especial. Me acompañó en todo momento el recuerdo de una persona muy importante para mí, que ya no está físicamente, pero que siempre llevo conmigo. Ella solía decirme: “Da lo mejor de ti en todo lo que hagas, y ayuda siempre a los demás.” Siento que lo hice.
Trabajos de Invierno nos enseñó a valorar mucho más lo que tenemos, a ser conscientes, a mirar la realidad sin prejuicios y con el corazón abierto.
Y, por último, me quedo con una frase que resume lo que esta experiencia significó para mí:
“Las personas no son ni valen por lo que tienen, sino por lo que son por dentro".
Testimonio de Jorge Délano Parra, II° Medio B
Hola, soy Jorge Délano, estudiante de II°B e integrante de los Trabajos de Invierno 2025.
Durante mis 11 años en el Colegio San Ignacio, he sido formado bajo los valores ignacianos. Si bien siempre los comprendí a nivel teórico, no fue hasta esta experiencia que pude vivirlos realmente. En esta semana vi cómo esos valores se encarnan en las acciones concretas de mis compañeros y profesores. Fue entonces cuando entendí de verdad lo que significa ponerse en el lugar del otro y servir con generosidad.
Junto a mis compañeros, fuimos al campamento “El Gran Esfuerzo”, donde trabajamos con la comunidad construyendo caminos de cemento para reemplazar los de tierra, que antes eran su única forma de acceso. Fue un proceso arduo: romper el terreno, instalar los marcos y verter el cemento. Al final del día, nos dividíamos en dos grupos; unos dormían en el Colegio Lecaros y otros, como yo, en la Parroquia Jesús Obrero, en el Santuario del Padre Alberto Hurtado. Allí cenábamos y descansábamos antes de volver a trabajar al día siguiente.
En esta experiencia enfrentamos una realidad muy distinta a la que estamos acostumbrados. Sentimos el frío, la incomodidad, el cansancio… y así nos acercamos, aunque sea un poco, a las dificultades que muchas personas enfrentan día a día. Dificultades que muchas veces pasan desapercibidas para quienes vivimos en contextos más favorecidos.
Este trabajo me hizo ver con mayor claridad lo privilegiados que somos por tener familia, un techo y comida. Pero también me llevó a tomar conciencia de la realidad de los más desamparados, de aquellos que no cuentan con lo que nosotros damos por hecho. Y en ese llamado aparece nuestra vocación como ignacianos: acompañar, servir y estar disponibles para quienes más lo necesitan. Porque es ahí donde los valores que nos han inculcado desde pequeños cobran verdadero sentido.
Quiero aprovechar este espacio para agradecer al equipo del colegio, a los asesores que nos acompañaron con tanta dedicación, y muy especialmente a los pobladores de “El Gran Esfuerzo”, que nos abrieron las puertas de su comunidad y nos permitieron descubrir que tanto los pequeños como los grandes gestos pueden transformar vidas.
Testimonio de Ignacio Venegas Arancibia, II° Medio C.
Al llegar al campamento y comenzar a trabajar en la construcción de los caminos, fuimos conociendo poco a poco a las personas que vivían allí. Con el paso de los días, era imposible no notar la buena vibra, la calidez y la solidaridad que se respiraba en ese lugar. Lo que realmente hace especial al campamento son las personas: sus actos, su esfuerzo y su capacidad de organización. A pesar de venir de distintos lugares y realidades, se han unido para sacar adelante su comunidad. Es admirable ver todo lo que han logrado y cómo, a pesar de las dificultades, siguen adelante con fuerza y esperanza.
Estar allí te cambia por completo la perspectiva. Pasas de estar en tu casa, con todas las comodidades, a dormir en sacos y levantarte temprano para trabajar. Pero eso no significa que haya sido una experiencia difícil o aburrida. Al contrario, el simple hecho de saber que estás contribuyendo a mejorar la vida de otros es una motivación enorme para dar lo mejor cada día.
Participar en Trabajos de Invierno no solo tiene valor por el impacto concreto del proyecto que realizamos. Lo más especial son las personas, los momentos compartidos, la alegría que se vive, y los vínculos que se forman. Estar rodeado de gente tan buena, tan generosa, te transforma. Es contagioso. A pesar de no tener tanto como nosotros —en lo material y también en lo espiritual—, entregan todo con una generosidad que conmueve.
Una experiencia como esta te enseña una gran lección: muchas veces, quienes menos tienen, son quienes más dan.