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Mi experiencia en La Ruta de la Cuchara

Mi experiencia en La Ruta de la Cuchara

El miércoles 8 de mayo tuve la oportunidad de acompañar en La Ruta desde principio a fin junto a otros 6 compañeros de IV° Medio.

Antes de comenzar, miembros del colegio encargados de nuestra actividad, nos dijeron que en otras oportunidades hubo niños que confesaban no querer participar de la actividad, pero que al finalizar, expresaban su agradecimiento y el haberse ido con el corazón lleno. Y luego de haberlo vivido por mi cuenta, siento que no hay otro resultado posible para esta experiencia. Porque La Ruta va mucho más allá de un plato de comida para “alguien”. El hecho de estar allí y entregarlo con nuestras propias manos y nuestro propio cariño es una forma de visibilizar realidades “tan reales” como la nuestra o cualquier otra. Es una forma de no pasar indiferentes por el lado de otro ser humano, sino que escucharlo, escuchar su historia, su dolor, su pérdida, brindarle una ayuda que, aunque muy pequeña, puede significar la diferencia para sobrevivir en su situación.

Cocinamos y fuimos a repartir 250 platos de comida, con su cucharita y su pancito. Y al pasar por los 5 puntos de Santiago que pudimos visitar, nos damos cuenta de que no es suficiente. Habían muchas personas que pedían por un segundo plato, por otro vasito de té o café, y tener que darles la negativa (para poder entregar a otras personas en otro lugar) me dolía. Me dolía porque era imposible no ver el agradecimiento en los ojos de esas personas que nos esperaban formando filas de 20 turnos para recibir su plato y desearnos una buena noche. Me dolía porque me daba cuenta que dar algo pequeño de nosotros podía significar tanto y aún así no lo hacemos. Pero, a la vez, me sentía feliz de poder estar participando de este momento, de estar en mi colegio que visibiliza esta instancia, de poder estar compartiendo con la personas de La Ruta que nos permiten estar en un espacio tan enriquecedor y tratándonos con tanto cariño, feliz porque podía estar dando más en acciones que en las palabras como me han enseñado, como creo que es correcto y necesario hacerlo.

Dentro de estas tantas personas que nos esperaban se encontraban la Cristi y el Lolo que se dieron el tiempo de dirigirse a nosotros. Nos contaron de su situación, de su dolor, la falta de amor de sus hijos, su vida criminal, pero sobretodo nos regalaron enseñanzas y reflexiones como la importancia del amor hacia los padres, el asumir las consecuencias y, en especial, visibilizar a todas las personas sin importar su situación.

Ahora espero hacerle caso a la Cristi y al Lolo cuando nos decían que nos tapáramos una oreja para que no se nos salieran los mensajes que nos daban. Espero que esto quede en nosotros y sé que lo hará. Espero poder encontrar en nuestras vidas el espacio de compartir los dones y privilegios que se nos han dado, no pasar indiferentes frente a otra persona y seguir ayudando cómo La Ruta, más en las acciones que en las palabras.

Raúl Muñoz T.

IV° Medio C


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